Recientes acontecimientos de huaynos andinos
Uno de los sonidos más brillantes y reconfortantes que me han acompañado son las diez cuerdas metálicas del charango andino. Los lugares comunes de la música peruana y andina me alejaron mucho tiempo de una tradición musical sumamente rica, tierna, amorosa, divertida y sensible. El instrumento y su canto están difundidos a lo largo de toda la Neotectónica de los Andes abarcando los actuales Perú, Bolivia y Ecuador. Las “charangueadas” que me cautivaron en estos últimos meses se tratan menos de la mística, la luna y el sol, y más de amores, ilusiones y borracheras. Alfonso Anagua es uno de esos personajes que se ha dedicado a conservar, producir y reproducir estos rasgueos y cantos a través de su sello Dicsa Records. Me parece que llegue a él a través de un mixtape buenísimo de E. Chuquimia-Crampton intitulado Ocelote Mix, el cual a pesar del tiempo aún no supero por completo y siempre vuelvo a él.
La referencia a Alfonso Anagua me llevó no solo a su producción musical, sino también a su acervo audiovisual. Sus videos tienen una sobrecargada estética chola, warawara, según diría el sociólogo M. Patzy. Coloridas flores desconocidas, hermosos jardines japoneses, montañas idílicas quién sabe dónde y lindas cholitas bailando en verdes campos. A través de estos ensambles de imágenes se hace tributo a la música de charangos, huaynos y contrapuntos, de grandes artistas que se conservan en colecciones musicales locales, pero de los que poco se habla en los cánones de la historia musical latinoamericana. Hablamos de Gualberto Vela, Gregorio Mamani, Flora Cortez, Victoria Fernández, Juana Alvarez, Jhonny Escobar, Dúo Tunantes, Emely Rocha, Alberto Aguilar, Mario Anagua, Flora Vasquez, Antonieta Antezana, Sergia Llanos y muchos nombres aún que quedarán desconocidos para mi.
Por supuesto, la gran mayoría de estos cantos le rezan a los sentimientos amorosos de uno a otro, pero no del otro al uno; se presume la belleza de la amada o amado comparándoles con flores delicadas; se le canta a la tristeza de ser abandonado y no saber qué hacer frente a la soledad profunda; la necesidad de deseo y atención para sentirse aliviado; así como también se lloran justificaciones para estar embriagado de domingo a domingo. Todos ellos temas universales. Así, la trascendencia de la música del charango no se reduce geográficamente a los confines de una u otra nación. La triada Perú, Bolivia y Ecuador comparten su tradición con otros países hermanos como Chile, Colombia, Venezuela, Brasil y Argentina, demostrándonos el poderoso carácter transnacional de este fenómeno que nos viene desde el S. XVI. El caso de Argentina llamó mi atención cuando veía una presentación de Las Águilas del Amor. En un primer momento di por un hecho que el concierto se realizaba en Cochabamba o en La Paz. Cuando Emely y Alberto saludaron a los novios de la boda se refirió a los paisanos bolivianos que trabajan en Argentina. Les dijo algo como: no sé a qué zona extraña de Buenos Aires me trajeron pero solo les recuerdo que su tierra les recuerda, siempre y cuando ustedes le recuerden. La migración boliviana a Argentina es ya bien conocida, largas comunidades andinas se han establecido en las villas bonaerenses y las provincias aledañas.
De esta relación han surgido también creaturas musicales únicas como cumbias-villeras-andinas que a pesar de su distancia a los huaynos tradicionales, se sigue sintiendo su presencia en las escalas y guiños melódicos que se usan. Por ejemplo, cuando uno escucha Te Arrepentirás de Grupo Yoga (shoga) uno puede percibir en sus arreglos la cualidad de un huayno boliviano o huayla peruana como Casarte Quiero en los teclados de Carlos Pickling (aka Carlos Pichilingue). Desde ahí al arpa de “Adiós pueblo de Ayacucho” interpretada inmortalmente por Estanislao Medina en 1930, hay uno o dos o tres pasos.
- charanguiadas antiguos (mezcla de clásicos)
- Simianita - Gregorio Mamani
- Alberto Aguilar y Emely Rocha (Argentina, Buenos Aires)
- Mi corazoncito - A. Anagua y J. Escobar
- Viditay - Duo Los Tunantes
- Chofercito - G. Vela
- Chinito - Flora Cortez
- Compromiso - Flora Cortez y A. Anagua
- Charanguito encantador - R. Balcas y Victoria Fernández
- Hojita verde de la coca - Flora Cortez
- Ajay vidita - Lourdes Calderón
Un verso que me acopaña ya desde hace tiempo es el de Viditay de los Tunantes:
No me mates con tus cuernos, mátame con tus amores / El canto de las mujeres quiero robar / El canto de las mujeres, más peligroso que un diablo quiero probar, ay viditay
Así también el de Gregorio Mamani en Simianita:
Si tu pecho fuera cárcel, Simianita, ahorita me encarcelaría / Si tus brazos son cadenas, Simianita, ahorita me encadenaría